domingo, 23 de octubre de 2011
El Capitán Meganno
En Lanús, a las afueras de Buenos Aires, vive un superhéroe, versión local del Capitán América. Con escudo protector, casco cubriendo su cara, uniforme oscuro y una "M" en el pecho, este informático mantiene en reserva su identidad para luchar contra el crimen. A simple vista parece un loco, pero no lo es. Menganno sólo es un buen ciudadano que quiere llamar la atención sobre la delincuencia.
A sus 41 años, Menganno sale a patrullar las calles de Lanús en su moto corriente, a la que ha instalado una sirena naranja. "A principios del 2010 hubo una seguidilla de robos seguidos de muerte que me conmovió de tal modo que me dije: tengo que hacer algo", cuenta.
Menganno ha alquilado un local tapadera cerca de una plaza. En el escaparate hay muñecas, ositos y juguetes. Tras franquear el negocio, abriendo una puerta corredera se accede a la mengannocueva, que se mantiene en la penumbra con sus paredes forradas de cartón y con falsas estalacticas colgando del techo.
Su más reciente idea es abrir allí una escuela de súper héroes para concienciar a los niños. De momento, las clases son en la plaza, donde pone una pizarra y unas sillitas y en seguida logra que un puñado de pequeños, observados de cerca por sus padres, atiendan sus consejos y las de un enfermero amigo. "Yo soy grande pero soy bueno; pero hay gente grande que no es tan buena", dice Menganno a los niños antes de invitarlos a la mengannocueva a tomar la merienda.
La mengannocueva está entre una frutería y una carnicería. Los coches pasan. Sus conductores tocan el claxon y gritan "Menganno". El carnicero, que también fue víctima de un asalto, está contento por tenerlo de vecino: "Este barrio es muy peligroso de noche y ha mejorado muchísimo desde que llegó Menganno".
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