Hoy es Nochebuena y mañana es Navidad. Cuando uno lo pasa mal le da vueltas a la cabeza. Muchas. Y busca las razones de que el mundo este echo un asco. Eso si, si enchufas el televisor te dirá que no. Que aunque tu estés hundido todo va de maravilla. El sistema funciona.
A lo largo de este año he tenido mucho tiempo para pensar en porqués. Si fuese yo el único afectado por esta crisis que no se acaba nunca, podría tener eso que llaman esperanza. Incluso es más fácil echarse las culpas a uno mismo, ver que el resto va por el camino acertado y seguirles.
Pero lo que veo no es eso.
Durante este año, incluso he llegado a pensar que vivíamos mejor en una sociedad religiosa. Quizás el miedo a Dios, no hubiese hecho que apareciesen políticos corruptos hasta por debajo de las baldosas. Pero hay un fallo: La Historia.
Las religiones no han sido y siguen siendo más que causa de guerras, desigualdades, injusticias.
Pero otra vez llegan estas fechas y la gente monta belenes extraños, mezclando pitufos, playmobils y pastores que van a adorar al niño Jesús.
Y así es como tenemos en general la cabeza. Un batiburrillo cultural y existencial que no hay por donde cogerlo.
Si, feliz Navidad, pero luego hay que atenerse a las consecuencias.
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